Sgaravatti Trend

Guido Sgaravatti, artista ecléctico y erudito por naturaleza

Curiosidad por saber, experimentar y conocer

Copertina del libro "Vedere la mente" di Guido Sgaravatti

En el libro “Vedere la mente”, que dedicó a sus nietos, Guido Sgaravatti trató de simplificar conceptos profundos.

El libro, fechado en 2002, lo ilustró aprendiendo los rudimentos del Paint.

Mamá decía que los dibujos saldrían mejor a mano alzada… por supuesto que tenía razón, pero no conformarse nunca con lo que ya sabía hacer bien y experimentar con cosas nuevas estaba en su carácter.

Una divertida anécdota sobre su acercamiento a la tecnología

Me preguntaba por qué cambiaba de ordenador tan a menudo. Afirmó que, de repente, dejaba de funcionar correctamente… Más tarde me di cuenta de por qué.

Un día me preguntó: “¿Puedes subir? Mi ordenador no funciona”.

Al llegar a su escritorio, vi que había abierto su buzón de correo electrónico y en la parte superior había un sinfín de correos para cerrar. “Lo siento papá, pero desde cuándo no cierras los correos ya leídos?”

“¿Por qué? ¿Hay que hacerlo?”

“Claro… mira arriba, tienes una cadena interminable de correos electrónicos abiertos en tu ordenador… ¡no me extraña que se cuelgue!”.

“¿De verdad tienen que cerrar? ¿Cómo se hace eso?”

Después de pasar una hora más o menos con él cerrándolos, el ordenador volvió a funcionar bien.

No es fácil para una persona nacida en 1925 dominar la tecnología, pero la curiosidad por aprender cosas nuevas ha sido siempre su punto fuerte, hasta el final.

Guido Sgaravatti puede describirse sin duda como un artista ecléctico y estudioso, siempre curioso por el conocimiento y la experimentación.

No está al día con la tecnología, de acuerdo, pero ha experimentado mucho con el material.

En la escultura pasó de la cerámica al bronce, del yeso al mármol.
En dibujos a mano alzada, desde tinta china hasta bolígrafo o pluma estilográfica.
De los lienzos a la faesita o la masonita para pintar al óleo.
Desde los monotipos, técnica que inventó, hasta los múltiplos con planchas grabadas en aguafuertes.
Por no hablar de la madera, el metal que le gustaba soldar con su amigo Giannino y muchos otros materiales que intentaba modelar.

Con el bolígrafo o el lápiz en la mano producía tanto; siempre necesitaba visualizar lo que tenía delante, incluso esbozaba sus dibujos en la mesa de la cocina y más de una vez mi corazón lloró al limpiarla:
“Papá, ¿necesitas papel? Aquí está, tómalo, pero no dibujes en la mesa, que luego hay que limpiarla”.

Pero era una pérdida de tiempo: sentía la necesidad de dibujar en todas partes, de visualizar sus pensamientos.

Necesitaba ver cómo la materia se transformaba y tomaba forma.

Necesitaba ver la mente para abrirla también a nosotros, hijos y nietos, sin prejuicios.

Un pequeño extracto del libro “Vedere la mente” de Guido Sgaravatti

La interrupción del discurso

A todos nos habrá ocurrido observar que, durante los debates televisivos sobre los temas más diversos, personalidades altamente cualificadas en el ámbito de la política, la cultura, el periodismo, no saben llevar una conversación educada y acostumbran a interrumpirse mutuamente, creando una ruptura en la cadena asociativa del pensamiento del interlocutor.

En este caso, la palabra se utiliza como vehículo para una carga emocional agresiva. Son estas cargas, utilizadas por casi todos los individuos, las que generan ese campo psíquico colectivo que se percibe inconscientemente como una sensación de tensión y que puede generar perturbaciones considerables en los individuos más sensibles. La evidencia de esto se hace palpable en el grupo de la globalización, con el rápido efecto de bienestar en el participante cuando se elimina o se reduce fuertemente cualquier tipo de liderazgo.

Guido Sgaravatti, “Vedere la mente”, 2002

Gracias por sus enseñanzas.

Antonio Sgaravatti

También puede interesarle:

Síguenos