Caperucita Roja y muchos otros cuentos de hadas nos hacen crecer con el miedo a lo desconocido.
El miedo a lo que no conocemos, como el de quien se adentra en un bosque, es real, objetivo, se percibe y corre el riesgo de bloquear todo nuestro comportamiento.
Sin embargo, el miedo también debe ser abrazado y entendido: es parte de nosotros, de nuestra cultura, pero este demonio no nos puede mandar y bloquear.
Tenemos miedo cuando hay incertidumbre, y ese miedo solo se puede vencer con el coraje de seguir adelante y seguir viviendo el presente con serenidad.
Si escribiéramos una fábula ambientada en la actualidad, en lugar del lobo encontraríamos un virus, y en lugar de la ingenua Caperucita Roja, los protagonistas seríamos nosotros, viajando hacia lo desconocido.

Esa Caperucita Roja debería haber tenido más cuidado, no debería haberse detenido a recoger fresas y perseguir mariposas.
La historia nos lleva a vivir con sentimientos de culpa por lo que hemos logrado, pero no podemos seguir viviendo pensando y repensando lo sucedido: ¿cuál fue la culpa de la pobre Caperucita Roja si se cruzó con el lobo?
Aquí, no nos detengamos a buscar a los culpables ya los “infectores” … y si nos enfermamos, miremos la curación, la solución.
No podemos pensar en estar bloqueados por el miedo a lo desconocido: dejar de vivir no puede ser la solución.
Buscando un final feliz
Pero después del peligro, los cuentos de hadas siempre tienen un final feliz: el lobo había sido derrotado por el cazador y dormíamos más tranquilos.
No es que nos guste el sangriento final de la historia… pero tenemos que creer que también nos llegará un final feliz.
No sabemos con qué nos encontraremos … “De mañana no hay certeza”, escribió Lorenzo el Magnífico, pero también nos invitó a captar la felicidad en el presente: “El que quiera ser feliz, que sea”.

No podemos dejar de disfrutar del presente porque estamos bloqueados por el cambio futuro.
Y así seguimos viviendo, recogiendo fresas por el camino, pero sin adentrarnos demasiado en el bosque, porque no es el momento adecuado para correr riesgos.
Así que deseamos que todos salgan pronto de la pesadilla de lo desconocido.
Permanecemos tranquilos pero conscientes, sin que el miedo nos domine.